La otra mitad del mundo
Periodismo con perspectiva de género, es mejor periodismo. La razón es simple. El mundo lo conformamos hombres y mujeres en partes iguales, pero la presencia de la mujer en los medios de comunicación está lejos de ser equilibrada, tanto en número, como en contenidos. El punto no es trivial. Si no somos visibilizadas, difícilmente se logrará cambiar los patrones culturales en pos de una mayor igualdad de género.
Los datos hablan por sí solos. Según el último Monitoreo Global de Medios, , las mujeres son protagonistas de apenas el 32% de las noticias en el mundo versus los hombres que lo son en el 75 % de los casos. En Chile, la situación es similar. De acuerdo a un estudio de portadas de diarios durante 344 días, realizado en 2017 por la UDP, el 77% de los titulares hacía alusión a hombres y solo el 23% a mujeres. La subrepresentación femenina también se ve con claridad por el lado de los contenidos, pues la mayor parte de las noticias sobre mujeres se relacionan con violencia, femicidios y pobreza.
De ahí se deriva la importancia del Manual de Género para Periodistas y Medios de Comunicación que la Asociación Nacional de Mujeres Periodistas (Anmpe) acaba de dar a conocer. Lo que busca esta guía es promover la igualdad de género en el tratamiento informativo y crear conciencia entre los periodistas y directivos de medios sobre desequilibrio informativo, aportando recomendaciones para la cobertura noticiosa.
Pero no se trata de insistir en que los medios cuenten historias de mujeres, sino que, en primer lugar, la mujer sea sujeto de noticia en todos los campos donde se desempeña por la función que realiza. Y que, en segundo lugar, se la considere como fuente de información y de opinión. En la mayor parte de las noticias, las mujeres no son consultadas como fuentes expertas. Basta contar en estos tiempos de coronavirus, cuántos doctores y doctoras son entrevistados en los medios de comunicación. Tampoco abundan como columnistas.
En este sentido, en el manual se sugiere poner énfasis en los conocimientos y no en los cargos al seleccionar fuentes, porque si nos guíamos por estos últimos, seguimos repitiendo los patrones dominantes. Hay menos mujeres en cargos altos, ergo, son menos consultadas. También conviene desagregar la información por género porque en muchos ámbitos, los resultados difieren cuando se profundiza en los datos. No hacerlo, de nuevo, oculta una parte de la realidad.
Igualmente importante es tomar consciencia de los sesgos y reflejar la diversidad, lo que significa mostrar a hombres y mujeres en las mismas funciones y no según los estereotipos tradicionales. Al enfocar la atención en aspectos como la apariencia física, la vestimenta o la forma en que compatibilizan la vida laboral y familiar, se descuida o minimiza aspectos que son los verdaderamente relevantes para el ámbito público, como son realzar las competencias y trayectoria profesional del entrevistado, independiente del género.
El tratamiento de las imágenes es otro de los campos donde avanzar. En la selección se recomienda considerar la actitud o la intencionalidad para evitar la sexualización de la mujer o los estereotipos de belleza. Lo mismo que en los temas sobre violencia, ser cuidadosos de no exponer o revictimizar a quienes sufren maltratos porque en estos temas no es poco habitual ver que se explota el morbo y el sensacionalismo y se invade la privacidad de los afectados.
Los medios cumplen un rol esencial al contribuir al cambio cultural. Estos ejercen un papel importante en la creación de valores que se aplican a la legitimidad simbólica de las mujeres en la sociedad.En este contexto, los actores de la industria de la comunicación tienen aún como desafío pendiente relevar el papel de las mujeres en la construcción de una sociedad representativa, pluralista y democrática.